Tlacotalpan.

Si me siguen en Snapchat, y si no deberían (@AguaParaNescafe) pudieron ver que me pude tomar unos días fuera de la ciudad, cosa que últimamente no he hecho tanto, porque workaholic y porque la vida decidió que fuera pobre y que no viajara por el mundo como a mi me gustaría; pero como sea, esos días cerca de la playa me supieron a gloria, con todo y que odio el calor, sudar, el sol y que mi cabello parezca noodles con la humedad.


Pero este viaje en particular, tuvo mucho valor sentimental, fue más familiar porque tengo familia, no me crié en ningún orfanato, ni con lobos y porque pude visitar uno de los pueblitos de donde es originaria gran parte de mi familia Tlacotalpan y que adoro. Creo que tenía como 6 años la primera vez que visité la ciudad, en ese entonces visitábamos a mis bisabuelos que vivían ahí, y hasta el día de hoy sigo disfrutando visitarlo.

Tlacotalpan tiene sus orígenes en la colonia y fue declarado patrimonio de la humanidad por la Unesco en 1998, por estar junto al río Papaloapan, se pueden practicar algunos deportes acuáticos, pescar y así, recuerdo haberlo hecho de niño en el muelle. Agustín Lara nació y vivió ahí, en lo que ahora es la casa de la cultura (y donde seguro se llevaba a la Doña a vacacionar)



Pero creo que lo que más llama la atención es la arquitectura, todas las cosas están hechas con las mismas características, arcos, tejas y mucho color, tipo que tienen una iglesia rosa, sí, rosa.



En conjunto con la gente amable, la nieve de coco y el torito (bebida empedante hecha de sabores) hacen de Tlacotalpan un destino único con toda la ondita caribeña, tropical, dentro de México.



El clima es extremadamente húmedo, pero soportable bajo la sombra, lo recomendable es ir alrededor del día de la candelaria, ya que es cuando Tlacotalpan se viste de gala y celebra con una pequeña pamplonada con seis toros sebú sueltos por las calles, eso sí, muy responsable, (porque si dañas a algún toro eres acreedor a una megamulta).


Obviamente no podía dejar pasar la oportunidad de tomarme unas fotos con el look más caribeño que pude, en esta maravillosa locación, con todo y que ni me gustan las fotos coloridas, disculpen si los espameo en Instagram, pero creo que valen mucho la pena.










Foto como que no me doy cuenta.







No es porque mi familia sea de allá o porque adore el pueblito, pero es un destino obligado en Veracruz, y extremadamente económico, si lo visitan no olviden probar los marquesotes, la nieve de coco, el torito, y las picadas con queso típico; y obvio tomarse muchas fotos en esas casitas de ensueño dignas de postal.

@AguaParaNescafe